Si ahora mismo te enseñáramos la lista de ingredientes de tus galletas favoritas y leyeras: E laeis guineensis, ¿qué te vendría a la cabeza? A no ser que seas de la rama científica o que estés muy puesto en estos temas, lo más seguro es que no te venga nada y que todo esto te suene a chino. Pero ¿y si te hablásemos del aceite de palma? Eso ya te sonaría algo más, ¿verdad? Bien, pues este nombre tan extraño no es más que el nombre científico que utilizan muchas marcas para referirse al aceite vegetal más polémico de todos, y de paso, una sutil manera de engañar al consumidor de a pie.
Como bien sabrás, el aceite de palma no tiene buena fama y cada vez son más las voces que cargan contra él, pero ¿cómo es posible que aún con tanta información, la producción mundial de palma aceitera haya pasado de 15 millones de toneladas en 1995 a 66 millones en 2017? Hoy indagamos un poco más en este tema y te contamos por qué es necesario que entre todos hagamos y exijamos un cambio real ya.
¿Qué es el aceite de palma?
El aceite de palma y sus derivados se obtienen del fruto de la especie Elaeis guineensis, una especie de palmera nativa de África Occidental, conocida como palma africana o aceitera. A pesar de existir evidencia arqueológica de su uso que se remonta al año 3000 a.C., fue durante la Revolución Industrial Británica cuando surgió la primera demanda significativa de este aceite y que empezó a importarse a Europa para ser comercializada como velas y lubricante para maquinaria. Rápidamente pasó a ser una mercancía muy apreciada no sólo por su precio, sino por su versatilidad. A medida que la demanda aumentaba en el siglo XX, se establecieron plantaciones dirigidas por europeos en África Central y también se introdujeron de forma masiva en el sudeste asiático.
Esta versatilidad está directamente relacionada con su temperatura de fusión, ya que le permite permanecer sólido a temperatura ambiente y mantiene en todo momento una textura sedosa y untuosa. Tanto es así, que hoy en día ha pasado a ser un ingrediente clave en la producción de los alimentos procesados: permanece sólido, mantiene la forma del producto y cuando se introduce en la boca funde de forma agradable. Se emplea con generosidad en confitería y por lo general, es lo que forma la cobertura de los chocolates, bombones y demás.
Además de poseer un sabor y un olor neutro, es un ingrediente que da mucho juego en la industria alimentaria: con él se pueden llegar a conseguir determinadas texturas como la cremosidad de las margarinas o el crujir de los snacks. “ La industria alimentaria no ha llegado a descubrir ninguna otra grasa vegetal como la de palma que sea naturalmente sólida a temperatura ambiente, con su disponibilidad y estabilidad” ( La Vanguardia). Por estas y muchas más razones, el aceite de palma se ha convertido en el segundo tipo de aceite con mayor volumen de producción, después del de soja.
Pese a no ser comercializado como producto en los supermercados, el aceite de palma no sólo es el aceite más utilizado en los alimentos, sino que su uso también está muy extendido en las rutinas de cuidado de la piel. Debido a su reducido precio, sus propiedades anti-edad, limpiadoras y humectantes, es el ingrediente más común en numerosos productos cosméticos: cremas, jabones, lociones, pastas de dientes, geles de baño, protectores solares, etc.
Hasta ahí, todo parece normal. Es un aceite vegetal con cualidades versátiles y encima, económico.
Pero entonces, ¿por qué se ha convertido en el gran enemigo del siglo XXI?
La doctora Marion Nestle, una de las personas más influyentes en el mundo de la alimentación, explica: “ el aceite de palma plantea dos grandes problemas. Primero, sus altos niveles de ácidos grasos saturados aumentan el riesgo de cardiopatías coronarias y, en segundo lugar, su producción es altamente dañina para el medio ambiente, así como para la salud humana”.
En un informe publicado por la OMS titulado “ La industria del aceite de palma y las enfermedades no transmisibles” publicado en enero de 2019, se analiza cómo la industria del aceite de palma está promoviendo la obesidad y las enfermedades crónicas. “ Este análisis ilustra muchos paralelismos con la naturaleza de las prácticas adoptadas por las industrias del alcohol y el tabaco”, resume la doctora.
El aceite de palma es una grasa especialmente rica en ácidos grasos saturados, directamente vinculados con el incremento de distintas enfermedades metabólicas. Una grasa mala, vamos. Seguramente no es la primera vez que has escuchado hablar del término grasa ‘ mala ’ en comparación con la buena ’ , pero ¿qué quiere decir exactamente? Por lo general, las grasas ‘ malas ’ corresponden con aquellas que tienen el perfil bioquímico de las saturadas, y las ‘ buenas ’ al resto. Pero no todas las grasas saturadas son iguales: también existen grasas ‘ buenas ’ dentro de las grasas saturadas. Dicho esto, “ uno de los sospechosos de subirse al pódium de las peores grasas saturadas es el ácido palmítico” ( El Comidista).
Por si fuera poco, un estudio realizado por científicos estadounidenses advirtió que el palmitato de retinol (compuesto químico formado a partir de la reacción entre retinol y ácido palmítico, y a menudo utilizado en la composición de productos cosméticos) puede acelerar el desarrollo de tumores en la piel y lesiones cuando se aplica bajo la exposición solar ( Por El Clima).
Su efecto medioambiental
Una de las principales consecuencias que tiene la producción de aceite de palma es sin duda la deforestación. La demanda mundial es tan grande, que se están talando enormes áreas de bosques tropicales y turberas (si no sabes lo que son las turberas, aquí te dejamos un enlace que te puede ayudar a entenderlo) para dar paso a las plantaciones de palma aceitera. El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente ( PNUMA) asegura incluso que se han creado de forma ilegal plantaciones en áreas naturales protegidas, como parques nacionales.
Todo esto no sólo tiene un efecto nefasto para el hábitat natural, sino también para la atmósfera, la vida silvestre local y los seres humanos. Una de las mayores consecuencias de la deforestación de hecho, es la pérdida de biodiversidad: como resultado del fuerte impacto que tienen estos cultivos en las zonas tropicales, numerosos seres vivos que habitan en los bosques deben desplazarse. Los corredores naturales quedan eliminados, los puntos calientes dañados, y las poblaciones de especies acaban aisladas, dificultando su reproducción y mermando su diversidad genética.
Por otra parte, el uso indiscriminado de pesticidas, de trampas y de vallas eléctricas, y el disparo a los animales que entran en los cultivos también ha sido muy perjudicial. En 1900 había unos 315.000 orangutanes; a día de hoy hay menos de 50.000, aislados en pequeños grupos que podrían extinguirse en una década. Para ser exactos: son más de 6000 orangutanes los que mueren cada año como resultado directo de la expansión de la palma aceitera. Otras especies incluyen el tigre de Sumatra, el rinoceronte de Sumatra, el oso malayo, el elefante pigmeo, la pantera nebulosa y el mono probóscide.
Además de la deforestación y la extinción de especies, la producción del aceite de palma genera tal emisión de CO2 a la atmósfera como resultado de la quema de árboles y turba, que acaba contribuyendo de manera directa a que se acelere el cambio climático y la contaminación del aire.
Cabe destacar también la agresividad que tiene la palma africana en el suelo sobre el que se cultiva ya que tiende a monopolizar sus nutrientes y empobrecerlo progresivamente, hecho que a su vez fuerza el desplazamiento de comunidades indígenas de sus tierras (quienes, en caso de acabar trabajando en tales cultivos, estarían forzados a hacerlo en condiciones de semi-esclavitud) ( Por El Clima).
¿Qué podemos hacer para detenerlo?
Aunque parezca contradictorio, detener o prohibir la producción de aceite de palma no es la respuesta. “ Uno de los argumentos presentados por las organizaciones de conservación, incluyendo la Conservation International y la UICN, es que eliminar el aceite de palma de la ecuación no alterará la creciente demanda de aceites comestibles y biocombustibles” ( ZooPortraits). Debido a que otros cultivos oleaginosos tienen rendimientos inferiores a los de la palma aceitera, su sustitución no haría más que exacerbar el problema, ya que los productores necesitarían más tierras. “ Otros cultivos aceiteros necesitan hasta nueve veces más tierra que el aceite de palma, por lo que reemplazarlo por otros aumentaría notablemente el total de tierras empleadas para producir suficiente aceite vegetal para satisfacer la demanda mundial” ( Cinco Noticias). En resumidas cuentas: el enemigo no es el aceite de palma en sí, sino cómo se cultiva.
La “ Union of Concerned Scientists” nos propone 4 pasos para conseguir una reforma que nos lleve hacia una solución para este problema:
- Que los desarrolladores de plantaciones mejoren los rendimientos y planten en tierras degradadas
- Que los gobiernos formulen sus políticas sobre biocombustibles para evitar consecuencias imprevistas y aseguren que se cumplen objetivos climáticos críticos
- Que las empresas en negocios relacionados con el aceite de palma actúen para asegurar que ninguna de sus materias primas contribuyan a la deforestación tropical o al agotamiento de las turberas
- Que los consumidores ejerzan su influencia
¿Me puedo fiar del aceite de palma sostenible?
El aceite de palma sostenible (con sus siglas en inglés RSPO) pretende marcar una brecha con un pasado con más sombras que luces. Y eso está muy bien, pero ¿qué es exactamente el aceite de palma sostenible? El aceite de palma sostenible es todo aquel aceite que se produce de forma respetuosa con el medio ambiente y que, debido a su escaso impacto medioambiental y sus controles de calidad, recibe una identificación que lo califica como tal. Decir que es sostenible hace referencia a que defiende el equilibrio entre el respeto por los pulmones verdes del planeta, las demandas de la población local y la diversidad animal de los ecosistemas, respetando y protegiendo especies como el orangután.
Existen símbolos que pueden ayudarnos a identificar aquel aceite de palma que ha sido producido de una manera social y ambientalmente responsable como lo hacen los programas de comercio de la RSPO y GreenPalm:
Para la Fundación Española de Aceite de Palma Sostenible la alarma social es injustificada. Desde este organismo remarcan que el aceite de palma sostenible “ tiene como objetivo reducir el impacto de la producción sobre los hábitats naturales, y mejorar las condiciones de los trabajadores y las comunidades indígenas”. Horacio González, asesor de la Fundación, hace autocrítica: “ sí, en el pasado se han llevado a cabo prácticas que no eran las adecuadas, pero ese fue precisamente uno de los motivos para los que surgiese el aceite de palma sostenible con la colaboración de gobiernos nacionales, ONGs y empresas”.
¿Qué soluciones están a nuestro alcance?
Las tendencias de mercado indican que cada vez hay más consumidores atentos a la letra pequeña de la etiqueta para ver si el producto deseado lleva aceite de palma o no. Incluso las marcas que lo han eliminado de su proceso de producción lo anuncian en un lugar destacado al lado del logotipo como nuevo valor de marca.
Para los que deseen boicotear completamente los productos que llevan aceite de palma, os recomendamos que toméis decisiones informadas antes de lanzaros a hacerlo. El hecho que las palabras ‘ aceite de palma ’ no aparezcan en el paquete no significa que no esté ahí de una forma o de otra. La etiqueta puede decir ‘ aceite vegetal ’ o ‘ grasa vegetal ’ y eso puede seguir siendo un aceite de palma camuflado. Por suerte, existen muchas listas en Internet que recopilan todos estos engaños y nos cuentan de qué maneras podemos evitarlos. Te dejamos una lista de ingredientes que publicó WWF con más de 20 términos que pueden ayudarte a tomar una decisión informada a la hora de hacer tu compra.
Son muchas las marcas que han querido tomar cartas en el asunto. Nocilla, Trapa o Nutriben y marcas blancas de supermercados como Alcampo, Aldi o Mercadona han abandonado el aceite de palma en algunos de sus productos, optando por alternativas como aceites hidrogenados, manteca de coco, aceite de girasol o manteca de cacao. Ingredientes más caros para la producción a gran escala, pero más sostenibles y respetuosos con los nuevos consumidores que exigen cambios.
Ahora lo más importante es estar informados y tomar acción: ya sea eligiendo consumir aceite de palma sostenible o evitando la compra de productos que contengan aceite de palma. Lo que cuenta es dejar de contribuir a la destrucción indiscriminada de los bosques, su biodiversidad y sus comunidades, y a la consecuente contaminación que está causando la producción de este aceite. Sea de la manera que sea.